La Carta que se Convirtió en Estrella (Cuento de Navidad)

 

La Carta que se Convirtió en Estrella

(Cuento de Navidad)

En un pequeño pueblo, todos los niños se reunían cada Navidad en la plaza para escribir sus cartas a Santa Claus. Este año, Sofía, una niña con ojos brillantes y un corazón lleno de sueños, estaba muy emocionada. Tenía una petición muy especial: quería que su mamá estuviera feliz nuevamente. Desde que su papá se fue a trabajar al extranjero, mamá había estado muy triste, y Sofía sentía que la Navidad no sería igual sin su sonrisa.

Sofía escribió con mucho cariño: “Querido Santa, por favor, ayúdame a hacer que mi mamá sonría. Le quiero mucho y me gustaría que esta Navidad sea muy especial para ella.”

Cuando terminó de escribir, Sofía se acercó al árbol de Navidad que estaba en la plaza, y con la carta en las manos, pensó que quizás si la dejaba allí, la Navidad traería magia a su hogar. Pero, algo inesperado ocurrió: el viento sopló fuerte, y la carta voló de sus manos.

Sofía corrió tras ella, pero la carta siguió su curso, subiendo cada vez más alto, hasta que desapareció entre las nubes. Aunque al principio se sintió triste, algo dentro de ella le dijo que no debía preocuparse. “Quizás esa carta llegue a Santa, aunque yo no la vea,” pensó.

Esa noche, después de la cena navideña, Sofía se fue muy triste a su habitación, sintiendo que la Navidad ya estaba llegando a su fin y su mamá no estaba feliz. Pero, cuando se asomó por la ventana, vio algo increíble: su mamá, que siempre se mantenía seria y preocupada, estaba en el jardín, sonriendo y mirando el cielo.

Sofía se acercó a ella y, con voz suave, le preguntó: “¿Por qué miras tanto el cielo?”

Su mamá la miró sonriendo, después de mucho tiempo que no lo hacía y le dijo: “Hoy, una estrella brillante se posó sobre nuestra casa, y me hizo recordar lo importantes que somos para tu padre, quien tuvo que ir a trabajar lejos para que estemos bien las dos. Desde hoy no volveré a estar triste Sofía. Te lo prometo.”

Esa noche, Sofía se dio cuenta de que, a veces, los deseos de navidad que se escriben en una carta, no necesitan estar en un árbol para ser cumplidos. La magia de la Navidad le había traído algo que ella recordaría por siempre: La sonrisa en el rostro de su mamá que la llenó de amor y esperanza, sabiendo que, incluso en tiempos difíciles, todo puede mejorar.

Autor: Fernando Hernández Jiménez

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