La Campanita Perdida (Cuento de Navidad)
La Campanita Perdida
(Cuento de Navidad)
En un pequeño pueblecito rodeado de montañas, había una iglesia vieja y encantadora con una campana dorada que sonaba en cada Navidad, anunciando la llegada de la festividad. Esta campana, llamada “Esperanza”, tenía una tradición muy especial: solo sonaba cuando todos en el pueblo estaban unidos y llenos de alegría.
Pero un año, en vísperas de Navidad, la campana dejó de sonar. Los aldeanos intentaron hacerla sonar, pero no importaba lo fuerte que empujaran, no emitía ni un solo sonido. Todos se sintieron tristes. “¿Cómo celebramos Navidad sin la campana?” se preguntaban.
Laura, una niña curiosa y valiente, decidió investigar. “Voy a encontrar la razón por la cual la campana no suena,” pensó. Caminó hasta la iglesia, y allí, entre las sombras, encontró algo inesperado: una pequeña campanita plateada en el suelo, cerca de la iglesia.
Laura la levantó y, al tocarla, escuchó un suave tintineo. “¿Qué es esto?” se preguntó, sorprendida. La campanita parecía estar triste, como si no quisiera sonar.
Al instante, una voz suave y melodiosa susurró desde la campanita: “Soy Alegría la campanita y estaba perdida. Durante muchos años, mi sonido fue solo para los niños, para que siempre tuvieran alegría en sus corazones. Pero ahora se han olvidado de mí y me siento muy triste.”
Laura, con mucha ternura, acarició la campanita. “No te preocupes. Te encontraremos un lugar especial donde puedas sonar y traer alegría nuevamente,” dijo.
Laura llevó la campanita al centro del pueblo, donde todos los aldeanos se reunieron. Les explicó lo que había encontrado, y juntos decidieron que la campanita debía ser colocada en el árbol de Navidad, en el centro de la plaza.
Esa Nochebuena, la campanita brilló con una luz suave y mágica. Cuando la gente se acercó al árbol y empezó a cantar villancicos, la campanita comenzó a sonar. No era un sonido fuerte, pero su tintineo suave y armonioso llenó de paz y alegría a todos.
Esa noche, los aldeanos comprendieron algo importante: la Navidad no siempre tiene que ser ruidosa y llena de grandes demostraciones de alegría. A veces, la verdadera magia se encuentra en los momentos sencillos y en los pequeños gestos que vienen del corazón.
La campanita no solo trajo de vuelta la alegría al pueblo, sino que además “Esperanza” la gran campana dorada volvió a sonar anunciando la llegada de la Navidad. La campanita ya no volvería a estar perdida ni olvidada, y aprendió que la alegría siempre puede renacer, incluso en los momentos más difíciles.
Autor: Fernando Hernández Jiménez
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